El reto de adecuar el mercado laboral a la revolución digital
Un reciente estudio publicado por IBMi afirma que la inteligencia artificial (IA) no reemplazará a las personas, pero sí las personas que usan IA reemplazarán a las que no lo usan. La transformación de los modelos de negocio tradicionales marcará un punto de inflexión en la manera en la que trabajamos cada día.
Según el World Economic Forum (WEF)ii, la implantación de las tecnologías de automatización como IA en el mercado productivo afectará a 82 millones de empleos entre 2020 y 2025, y creará 97 millones de puestos de trabajo.
La manera de abarcar este nuevo paradigma requiere, sin duda, pensar desde una nueva óptica. Las organizaciones, en mayor o menor medida, ya están implementado la tecnología necesaria para hacer evolucionar sus modelos operativos y, para ello, han tenido que hacer un profundo análisis sobre su manera de hacer las cosas.
En esta segunda fase, de lo que se trata es de ganar en competitividad, resiliencia y en sostenibilidad del negocio. Las compañías deben transformar sus procesos, roles y estructuras organizativas tradicionales para abrirlas a la innovación y a las nuevas oportunidades. En este sentido, la colaboración entre humanos y máquinas será fundamental para generar valor siempre cuando la tecnología permanezca al servicio de las personas, y no al revés.
Para ello, el reto para las organizaciones está en el reskilling y el upskilling, es decir, en formar a los equipos en habilidades relacionadas con automatización, inteligencia artificial, etc. para hacer posible esta colaboración. Y es que muchas consultoras estratégicas coinciden en que el mercado laboral no va al mismo ritmo que la revolución digital.
Sí es cierto que cada vez son más las iniciativas en el ámbito STEM que persiguen reducir esta brecha. Es fundamental ayudar a los profesionales actuales a adquirir nuevas competencias digitales y fomentar una sensibilidad tecnológica en las nuevas generaciones desde una edad muy temprana. Ambas vías serán fundamentales para promover una cultura de adaptabilidad en un entorno cada vez más cambiante.
Una tecnología cada vez más accesible
Contamos con una ventaja: los avances tecnológicos se desarrollan en dos capas paralelas, la de la innovación continua y la de la democratización del uso. En este último aspecto, podemos destacar que la tecnología es cada vez más sencilla de usar para un usuario no tecnológico, lo que supone una ventaja en ese proceso de colaboración humano-máquina.
Por ejemplo, hace unos años, los equipos tecnológicos eran imprescindibles para cualquier cambio o actualización. Actualmente, avances como el low-code/zero-code/no-code en el desarrollo de software permiten a un usuario de negocio no familiarizado inicialmente con el desarrollo de código configurar sus plataformas de trabajo de forma ágil y sencilla.
De la misma forma, la puesta en marcha de proyectos en IA dentro de buscadores de uso cotidiano como Bing o Google permite al usuario obtener resultados contextuales de forma rápida y precisa. ChatGPT y Bard se convierten en asistentes virtuales programados para ofrecer información basada en la exploración en vez de en la búsqueda repetitiva.
Los tech-adopters que antes asuman este proceso de transformación en su cualificación tendrán muchas más posibilidades de entrar en un mercado de trabajo que adolece, ya desde hoy mismo, de una ausencia de profesionales tecnológicos capaces de manejar esta revolución digital.