El dinero en efectivo garantiza la supervivencia de las zonas rurales

Las personas mayores representan el 28,5% de la población rural y son las que están sufriendo con mayor incidencia la desaparición de los cajeros automáticos. Cada vez mayores dificultades para obtener efectivo, con los riesgos de exclusión (financiera y social) que ello conlleva. Porque el dinero en metálico es su principal modo de pago. Y sin acceso a él no tienen capacidad para realizar sus compras básicas del día a día.

Un problema del que alertan estudios como “Análisis del papel del dinero en efectivo en las áreas despobladas en España”, elaborado por Luis Antonio Sáez Pérez, profesor de la Universidad de Zaragoza, del que se desprende que el acceso a los servicios financieros es cada vez más restrictivo para una buena parte de la población en zonas despobladas. Incluso, llega a asegurar que “estamos ante un desmoronamiento del sistema financiero en amplias zonas rurales de España”.

El propio autor del informe asegura que “pagar en efectivo es una especie de derecho, que en el rural más periférico no pueden ejercer justamente las personas más frágiles, mayores, inmigrantes, los más jóvenes, en las que la liquidez es el modo más habitual. De alguna manera, la capacidad de ciertas personas que ya tienen limitaciones en otros ámbitos, en su autonomía, ven en esta cuestión otra pérdida, que, aunque no es decisiva, se suma a varias, más aún en las pequeñas poblaciones”.

Asimismo, hay que tener en cuenta que la falta de servicios financieros en el medio rural va en contra del arraigo en este tipo de lugares, lo que favorece aún más la despoblación. Y va en contra del pequeño comercio, tan necesario en estas zonas, que además tiene que luchar contra la mala conectividad digital en la España despoblada, lo que desequilibra la balanza en contra de la economía local.

Según este estudio de la Universidad de Zaragoza, el ecosistema social y económico de las pequeñas poblaciones gira en torno al efectivo más que en otro tipo de comunidades. Sobre todo, porque genera confianza y proporciona una relación más humana. La dificultad llega cuando, además, los ciudadanos no pueden pagar de forma telemática porque las conexiones no son buenas.

¿Qué recomendaciones habría que seguir para revertir este problema?

La Universidad de Zaragoza asegura que la solución no debe plantearse solo en términos económicos, sino que hay que hacer hincapié en la dimensión social del problema y en el fomento de la libertad del individuo para poder elegir el sistema de pago que más le convenga en cada momento.

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